La palabra es nueva pero la cosa es vieja, decía Francis Bacon. El recuerdo, el silencio y la reverencia del hijo ante la voz y la sombra de su padre; el miedo, el dolor y la alegría de una madre que hereda una tradición a su hija; la montaña, el río, la nube, el camino, son presencia que resuena en la piel y en el canto. Cada uno de los poetas chinos contemporáneos de esta antología (Yu Jian, Zhou Sese, Jian Rufeng, Mei Er, Li Cheng'en) traza los relieves de su mundo con los límites, esquivos o sutiles, de su propia experiencia. Y esa es la novedad de su palabra: un viento que se alza, no para sacarnos de tajo de nuestra realidad, sino para traernos más cerca de ella. Cada uno de estos poetas, a su modo, narra un cercano diálogo con la vida. Y eso es lo que logran sus traductores: con admirable transparencia y paciente precisión nos descifran el relato de estos poemas.
Primer párrafo.
Acá estoy en un valle en las montañas de Kata Tjuta
famoso destino turístico de Australia
solidaria fortaleza de piedra
Por todas partes una cantidad infinita de piedras
aborígenes color ocre como huevos dejados por quién
con pequeños pájaros adentro que podrían salir un día.
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