lunes, 2 de septiembre de 2024

Los amigos arden en las manos: historias alrededor de un fogón / Juan Carlos Acevedo

Los poemas de Los amigos arden en las manos le dan cuerpo a un libro que forma parte de ese grupo escogido de poemarios a los que queremos volver con la conciencia de habernos descubierto más complejos, falibles y entusiastas de lo que creíamos ser cuando nos alejamos de sus páginas. En estos poemas hay generosa entrega que habla con verdad y permite cruzar la noche.
Juan Carlos Acevedo es un poeta que habita una tierra recorrida con lentitud, de aquellos momentos que se viven, se sueñan y se escriben en la calle, que nos pasa de nuevo frente a los ojos afectos y olvidos, certezas y dudas, dominadas por la visión de un corazón que ha sentido y pensado con hondura.
El que siente bien piensa bien parece ser una de las premisas que sostiene la escritura de Los amigos arden en las manos, un libro que se distingue por su austeridad sentida y conquistada.

Primer párrafo. 

Salmo para después de la guerra
Señor,
ahora somos frágiles...
los años de la derrota (aunque hayan quedado en el olvido)
habitan entre nosotros. Por eso hoy el poema es bálsamo.
Señor de los remendados,
ya no podemos elevar oraciones:
conjuros para ahuyentar enemigos y pestes,
tal vez un Poema que sirva de diálogo
para diluir tantos miedos acunados en viejas plegarias.
Señor,
como tus llagas,
las nuestras son huellas de fe en medio de la ola de siniestros.
También hemos caído y nos hemos levantado
para espantar los pájaros de la angustia
que anidan en nuestras lágrimas.
Señor de los fragmentados, 
redime con tu sabía mudez a tus hombres y mujeres,
herederos del miedo,
para que la fragilidad se desvanezca y 
retornen a nuestra voz y nuestros sueños
y nuestras casas las Bienaventuranzas. 
Así sea.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario