La presente es una selección de textos sobre ríos colombianos y, más concretamente, ríos que pasan por los territorios donde se encuentran las sedes de la Universidad de Antioquia: Turbo, Apartadó, Caucasia, Puerto Berrío, El Carmen de Viboral, Sonsón, Andes, Santa Fe de Antioquia, Amalfi, Segovia, Yarumal y Medellín, que contiene, como es de esperarse, descripciones, loas, reclamos, preguntas, teatralizaciones (hablan los ríos), ironías y actualizaciones (a algunos de ellos los han convertido en cloacas y otros —o los mismos— arrastras cadáveres de personas asesinadas en la sucia guerra que se libra en casi todo el territorio colombiano). No es, entonces, exclusivamente, un canto sublime a los ríos, a sus aguas caudalosas y bellas. Que tienen, como cualquier persona, memoria, y cobran duramente el daño y las desviaciones que sufren, buscando su cauce. Desbordamientos, inundaciones, catástrofes humanas y físicas es el cobro a la insensatez y a la codicia, muchas veces de gobernantes y constructores.
Primer párrafo
Bajábamos -mi caballo y yo- dos veces al año hacia el río Cauca.
De las altas montañas bajábamos y al amanecer
divisábamos el río entre piedras negras y palmeras y era una gran alegría ver este río.
Viajábamos de noche con la luna de agosto y con las
lluvias de enero en enero.
Pero mi caballo se sabía el camino de memoria o lo
inventaba,
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