viernes, 31 de enero de 2025

El cielo protector / Paul Bowles

Kit y Port, un matrimonio norteamericano, se adentran en las profundidades de África huyendo de los efectos que la Segunda Guerra Mundial ha provocado en el mundo occidental y civilizado. Durante el viaje, que realizan junto a un amigo llamado Tunner, descubrirán todo un universo desconocido en el árido paisaje del Sáhara que irá hundiéndolos en el infierno de sus propias vidas. A medio camino entre la novela de viajes y el relato autobiográfico, esta obra fue llevada al cine por Bernardo Bertolucci, en una película protagonizado por Debra Winger y John Malkovich.

Primer párrafo 

Se despertó, abrió los ojos. La habitación le decía poco; habían estado demasiado sumergido en la nada, de la que acababa de emerger. No tenía fuerzas para definir su situación en el tiempo y en el espacio; tampoco lo deseaba. Estaba en algún lugar; para regresar de la nada había atravesado vastas regiones. En el centro de su conciencia había la certidumbre de una infinita tristeza, pero esa tristeza lo reconfortaba porque era lo único que le resultaba familiar. No necesitaba otro consuelo. Permaneció un rato completamente inmóvil, en un descanso absoluto, para hundirse luego en una de esas somnolencias ligeras, momentáneas, que suelen suceder a un sueño largo y profundo. De pronto volvió a abrir los ojos y consultó su reloj de pulsera.  Fue un puro acto reflejo, porque al ver la hora se desconcertó. Se incorporó, echó una mirada a la habitación charra, se llevó una mano a la frente y con un profundo suspiro volvió a tenderse en la cama. Pero ya se había despertado; en pocos segundos más supo dónde  estaba, que la tarde terminaba, que había dormido desde el almuerzo. Oía a su mujer en la habitación contigua, taconeando con sus chinelas sobre el liso suelo de baldosas, y que no le bastaba la merca certeza de estar vivo, ese ruido lo tranquilizaba. Pero qué difícil era aceptar la alta, estrecha habitación con su cielo raso envigado, los colores neutros de los grandes dibujos anodinos de las paredes, la ventana cerrada, con sus vidrios rojos y anaranjados. Bostezó, faltaba aire en el cuarto. 
 

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