La hoja roja es esa llamada prudente que recuerda al fumador el próximo fin de su librillo de papel. Para don Eloy la jubilación ha sido la hoja roja. Le ha llegado el momento de contar con avaricia las hojas que le restan en el librillo de la vida. Don Eloy perdió a su mujer y a sus hijos -uno muerto y el otro ausente, más lejano por el corazón que por la distancia- y se fueron también los amigos íntimos... Tan solo cuenta con la Desi, una muchacha de veinte años que se ocupa de las tareas domésticas y cuya mayor ilusión es casarse con un mozo de su pueblo de sangre caliente, llamado el Picaza. El hondo dramatismo que parece conformar a estos personajes y su entrañable desamparo podría hacer pensar en una novela triste. Sin embargo, el humor y la frescura con que Delibes nos acerca al cotidiano devenir del viejo y de su criadita analfabeta hacen de La hoja roja una de las obras más irónicas y divertidas de su autor. Admirablemente escrita y construida.
Primer párrafo
Por tercera vez en la vida el viejo Eloy se erigía esta noche en protagonista de algo. La primera fue cuando su boda; la segunda cuando su intervención en la Sociedad Fotográfica, allá por el año 1933. Tres años antes su amigo Pepín Vásquez le dijo un día aquella cosa tremenda de que la jubilación era la antesala de la muerte. Pero, en 1933, Pepín Vázquez ya se había largado al otro mundo sin necesidad de guardar antesala.
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