El joven poeta indaga, husmea, busca. Quiere hablar, consigo mismo primero, luego con el otro poeta que carga en sus hombros. Ése que a veces es bufón, a veces dios, a veces ambas cosas, a veces nada. Su voz adquiere los altibajos del viento. Va y viene, con su alma a rastras, empujándola o defendiendo su marginalidad. "Ahora me parece que se enfermaron todas las palabras", nos dice, luego de otear el entorno. Quiere decir algo, pero "sólo veo salir hambres".
Primer párrafo
Todo nos habla
pero no hay que escribirlo
Todo nos habla
hay que danzarlo
Todo nos habla
para que escuchemos
cómo se calla
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