Velia Vidal explora y alumbra cuerpos de agua inmersos en una partida sin fin: las aguas saladas que se expanden entre los océanos del mundo, las aguas dulces que siguen un cauce propio, las aguas cuyo escondite es una capa oscura de piel y que, a veces, muchas veces, se escapan por entre un ojo, una axila, un labio. Desborda una palabra que se transforma en aquello sobre lo que escribe: una palabra-agua-río-mar, la cual, así como estos otros cuerpos, muere y renace en un refluir perpetuo.
Primer párrafo
En las hojas cóncavas dispuestas en roseta
abundan las vellosidades
que convierten la lluvia,
el aire
y la neblina fría,
cerca del cielo,
en agua
que las raíces
llevan directo a la tierra...
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